“…las plantas hablan, tienen sexo y curan. Son las plantitas, ayudadas por la palabra humana, las que arrancan la enfermedad del cuerpo, revelan misterios, enderezan destinos y provocan el amor o el olvido”.
Continuaré este apartado de historias y leyendas de las plantas con una humilde hierba, la manzanilla, que dentro de poco comenzaremos a ver brotar, y que también podréis cultivar con solo pertrecharos de algunas semillas, a ser posible, de producción ecológica. Ahí va, es el texto completo que sobre esta planta aparece en el libro que alguna vez he comentado: Plantas del Jardín Etnobotánico de Dúrcal, que no hace mucho tiempo la Consejería de Bienestar tuvo a bien publicarme, espero que os guste,
MANZANILLA. Matricaria chamomilla
Afuera el cielo está encendido de estrellas
un hueco bramido llega del mar
¡Y qué pena las pequeñas flores del almendro!
El viento estremece el almendro.
Nunca imaginé un año atrás
en aquella horrible casucha en la ladera
que Bogey y yo estaríamos sentados así
tomando una taza de té de manzanilla.
Katherine Mansfield. Té de manzanilla
En medicina casera se emplea como sedante suave, como estimulante digestivo, y con fines cosméticos para teñir el pelo de rubio o para conservar ese mismo color. Según Pío Font Quer: La forma más corriente de administrar la manzanilla es en infusión, que se prepara con media docena de cabezuelas por taza, y si se pretende que obre como digestiva, cuando se sospecha que la comida va a sentar mal, se administra lo más caliente posible, a poder ser, inmediatamente después de tomar el último bocado. Se puede endulzar con un poco de azúcar; pero son muchos los que la prefieren sin él. La tradición de dar manzanilla a personas con problemas digestivos viene de lejos y tiene que ver con la capacidad de esta planta para estimular los movimientos peristálticos del intestino, movimientos que facilitan el tránsito de los alimentos a través de ese órgano. Incluso, muchos médicos recomiendan tomar manzanilla a aquellas personas que han sufrido algún tipo de intervención intestinal, ya que ayuda a esta víscera a recuperar su función.
Como es costumbre en este texto, no olvidaremos descifrar su nombre científico, del que seguro descubrimos algunas cuestiones curiosas: Matricaria tiene su origen en la palabra latina matrix, matriz, ya que consideraban a esta planta como excelente en el tratamiento de problemas relacionados con ese órgano femenino; y chamomila, del griego, chamaimelom, “manzanita de tierra”, por el parecido de su aroma con el de la manzana, además de por el extraordinario parecido de las flores con esos frutos, aunque evidentemente mucho más pequeñas. No es raro por tanto, que desde antiguo se la conozca con el vulgar nombre de manzanilla.
Una leyenda cristiana de origen catalán, recogida por Antonio Lagordo, nos da una versión muy singular del origen de la manzanilla, a la que también conocen por esas tierras como camamilla: el rey Herodes utilizó a sus mejores soldados para perseguir a la Sagrada Familia, concretamente a su guardia de élite, que se caracterizaban por tener una capacidad física inigualable y a los que se conocía como los cames-mil, los mil pies, que no tardaron en darles alcance. Escapar de ellos resultaba imposible; esconderse, igualmente; así que viéndose acorralados, la Virgen María hizo uso de sus habilidades como hechicera y los convirtió en una planta a la que posteriormente dio el nombre de sus perseguidores, cames-mil, que acabó derivando en camamilla. Aunque tenían la misión de capturarles, la Virgen, sabiendo que los soldados solo obedecían órdenes del tirano y para demostrar su misericordia y falta de rencor, concedió a la planta las virtudes que hoy le reconocemos.
A las cualidades ya comentadas podemos añadir algunas más, seguramente menos conocidas. Así, la planta se comporta como un buen antipirético; es ligeramente sedante, analgésica e incluso antialérgica. Además, el político revolucionario francés Robespierre “el incorruptible”, de afilada y fina oratoria, tomaba una taza de manzanilla cuando tenía que hablar en público, ya que esta infusión le otorgaba coraje y elocuencia, virtudes de la planta que hasta entonces se desconocían.
Son muchas las plantas que se presentan con el nombre de manzanilla, algunas de ellas, como la manzanilla real o manzanilla de Sierra Nevada, protegidas por la ley. La mayoría de ellas, no nos importa volver a remarcarlo, gozan de unas propiedades muy parecidas, por lo que no tiene ningún sentido utilizar las que están protegidas o en peligro de extinción. Esta última cuestión, unida a la escasez, es la que se utiliza para mitificar y agigantar sus propiedades, cuando es de todos sabido que lo único que hay detrás es un afán desmedido de notoriedad o de lucro.
Otro uso muy aconsejable, ya sea en agricultura ecológica o en la convencional, consiste en sembrar manzanilla junto a las plantas del huerto, ya que parece que contribuye a mejorar su lustre y por si todo esto fuera poco, se puede hacer con ella un buen abono vegetal. Igualmente, es útil para prevenir las enfermedades fúngicas (provocadas por hongos) que tantos quebraderos de cabeza causan a los agricultores.
En el Valle se da una curiosidad que tiene que ver con su uso en oftalmología, ya que, aunque es una planta recomendada en la limpieza de los ojos y en conjuntivitis leves, hay quien piensa que no es demasiado buena porque deja “una nubecilla en el ojo”... Cuestión de percepciones, y de supersticiones.
"A las bestias, cuando padecen dolores, se les administra junto con bicarbonato” (Muñoz Leza).
Podemos hacer un magnífico jabón de manzanilla ideal para pieles sensibles, utilizando esta receta:
· 100 gr de manzanilla seca
· 300 gr de aceite de almendras
· 30 gr de cera de abeja
· 106 gr de leche de almendras (la utilizamos como sustituto del agua)
· 43 gr de sosa
· 1 cucharadita de aceite esencial de manzanilla.
Dejamos macerar 100 gramos de manzanilla seca en 300 gramos de aceite de almendras durante 15 días, en un lugar protegido del sol. Filtramos y elaboramos el jabón por el método tradicional, añadiendo en el punto de traza (cuando se ha producido el cuajado) el aceite esencial. Envasar y cortar al día siguiente en pastillas que podremos utilizar transcurridos unos 40 días.
Bueno, después de las varias enfermedades, mudanzas, etc., volvemos a la escritura. En primer lugar, una noticia: por fin parece ser que se publica el librito Plantas del Jardín Etnobotánico de Dúrcal (a mí me hubiera gustado llamarle del Valle de Lecrín, pero bueno, quien paga manda. Pocos libros saldrán, y todos para regalarlos. De todas formas, si hubiese gente interesada, podemos sacar una segunda edición para esos amiguetes.
Aquí tenéis la portada, que ha salido un poco recortada con respecto a la realidad, y con un verde un poco extraño (mis conocimientos informáticos no dan para más).
Aquí os dejo un ejemplo de una de las plantas para que conozcáis un poco de que va el librito. Ojalá que os guste. Tanto dibujo como textos están registrados, así que si los vais a utilizar para cualquier cosa, recordad al menos citar a los autores. uno, servidor y los otros, los ilustradores. Para el caso de la vid, que es la planta a mostrar, la autora es Jelu Sánchez, una de mis explotadas para estas cuestiones.
LA VID
Ilustración: Jelu Sánchez
"A la viña viñadores,
que sus frutos de amores son;
a la viña tan garrida,
que sus frutos de amores son;
ahora que está florida,
que sus frutos de amores son,
a las hermosas convida
con los pámpanos y flores:
a la viña, viñadores,
que sus frutos amores son".
Félix Lope de Vega. El heredero del cielo
Los zarcillos con los que se agarra y trepa, son los responsables de su nombre científico, Vitis, que en latín significa “atar”. vinifera tiene que ver con el más conocido de sus usos: la elaboración del vino.
El cultivo de la vid y la fabricación del vino tienen su origen mitológico (y van…) en nuestros admirados fabulistas griegos. Cuentan que dando un paseo por el campo, Dionisos (Baco) encontró una pequeña y desconocida planta que le llamó la atención. Tan curiosa le pareció que decidió llevársela, y para ello buscó un recipiente donde poder transportarla. Investigando por los alrededores encontró el cadáver de un pájaro en cuyo esqueleto metió la planta. A esta pareció gustarle el recipiente y empezó a crecer rápidamente, por lo que Dionisos hubo de buscarle otro más grande. Como el hueso le había ido bien, buscó otro que fuera más grande encontrando el cadáver de un león, en cuyo fémur la trasplantó. La planta creció rápida y alegremente, de tal forma que hubo que buscar un nuevo contenedor aún más grande donde ponerla. El fémur de un burro pareció ideal y ahí quedó hasta que la planta floreció y dio sus preciados frutos. Impresionado por el sabor de los mismos guardó los que le sobraron y, cuando en otra ocasión fue a comérselos, descubrió que algunas de las uvas habían fermentado y dejado un curioso líquido que no dudó en beber: ¡El vino había sido inventado! Dionisos quedó gratamente sorprendido por los efectos del licor, observando con curiosidad que el vino conservaba las características de los animales en los que se había desarrollado: Así, cuando tomaba un poco de vino adquiría la ligereza del pájaro; cuando bebía algo más, la fortaleza del león; y cuando abusaba, la estupidez del burro; o como dice el refrán:
Beber es todo medida;
darle alegría al corazón
y sin perder la razón,
darle razón a la vida.
Dionisos tuvo un hijo, Estófilo, y éste a su vez tres hijas a las que el Dios del vino concedió tres dones: una de ellas, Elaia, recibió el don de convertir en aceite todo lo que tocaba; Esper, el de transformar lo que quisiera en trigo; y Oinos el de mutar en vino aquello que le viniera en gana. El rey Agamenón quiso llevárselas a la guerra de Troya para evitar que sus tropas tuvieran que cargar con esos pesados materiales, a lo que ellas se negaron. Temiendo posibles represalias y para ahorrarles posteriores castigos, Dionisos las convirtió a las tres en palomas, que todavía hoy pueden verse por nuestros campos.
El cultivo de la vid se fue extendiendo por el mundo al mismo ritmo que lo hacía el cristianismo, razón que encontramos en una de sus ceremonias, la eucaristía (acción de gracias), en la que el sacerdote mediante una oración transustancia el pan y el vino en el cuerpo de Cristo. Transportar el vino hasta lugares tan lejanos como el norte de Europa o cruzar el mar para llegar al continente americano con los medios disponibles, era tarea harto complicada, por lo que se decidió que era más cómodo e infinitamente más barato cultivar las viñas en esos mismos territorios. Esta sencilla cuestión ha hecho que a día de hoy, países como Alemania, Chile o regiones como California donde hasta entonces era desconocida la vid, se hayan convertido en grandes productores de vino.
El poder terapéutico es, según dicen los especialistas, mayor en la planta que en el vino, ya que en su elaboración se pierden azúcares que son transformados en alcoholes y proteínas, aunque bien es cierto que sigue conservando, sobre todo en el caso del tinto, beneficiosas sustancias como el resveratrol, un potente antioxidante que tiene efectos anticancerígenos y que además tiene la facultad de alargar la vida. Esto es lo que se ha comprobado en ratones a la espera de estudios en humanos, aunque seguramente más de uno conocemos algún caso que corroboraría sin necesidad de estudio esas virtudes.
Se utilizan prácticamente todas las partes de la planta, pero la que posee mayores virtudes medicinales es la uva, de la que se sabe que es anticancerígena (sobre todo la tinta, por el resveratrol), depurativa, antianémica, laxante... Sin embargo, la forma más sorprendente de utilizar la planta ha sido como crecepelo, y la curiosa preparación se hacía de la siguiente manera: al podar tardíamente las parras, a finales de febrero o principios de marzo, la planta “llora”, pierde grandes cantidades de savia, síntoma de que empieza a estar activa. Este jugo se ponía sobre el pelo recién lavado como si de una loción capilar se tratara, y juraban “por la salud de su madre” que el método era infalible, sobre todo en caso de alopecias causadas por enfermedad. No me atrevo yo a asegurar que el sistema funcione, pero ya me estoy imaginando a algunos a los que de pronto, les han entrado unas ganas de dedicarse a la poda de la vid…
Costumbre más recomendable la encontramos en las Albuñuelas, donde a las extenuadas bestias, para hacerles recobrar las fuerzas después de la agotadora labor, se les daba pan mojado en vino y, si bien no tenemos datos sobre su recuperación, hay algo que sin lugar a dudas podemos afirmar: El animalito se ponía más contento…
En los pueblos del Valle fabrican un mosto que corre con abundancia en la celebración de las diversas fiestas, pero hay una de ellas donde esto se hace de una forma muy especial y por ello la recomendamos: La Fiesta del Mosto de Cónchar, allá por el 6 de Enero, que remata los fastos navideños… y a más de uno.
Un buen remedio para atenuar los problemas circulatorios, las varices y las piernas cansadas o inflamadas, lo podemos obtener cociendo 40 o 50 gramos de hojas de vid por litro de agua. Este líquido se pone en un cubo o en una palangana a la que añadimos agua hasta que nos cubra los pies. Si queremos conseguir un efecto más rápido y un mayor beneficio, colocamos dos cubos con ese mismo preparado, uno caliente y otro frío, y mantenemos los pies durante 5 minutos en el caliente y 10 segundos en el frío, así hasta completar 3 o 4 ciclos. Al terminar, es interesante darse un masaje ascendente de pies.
LA ENCINA (11/4/2010)
Encina de la Casa del Marqués en Dúrcal, antes de su restauración y poda. Más de 400 años en el corazón de la localidad no han sido suficientes para que se la proteja como sin duda merece. Fotografía de mi amigo José Antonio Lupión Lorenzo que hizo una maravillosa primera poda terapéutica en la modalidad de trepa.
¿Qué tienes tú negra encina
campesina
con tus ramas sin verdor;
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento
y tu humildad que es firmeza?
En tu copa ancha y redonda
nada brilla,
ni tu verdioscura fronda
ni tu flor verdiamarilla.
(A. Machado. Campos de Castilla)
Cuenta la leyenda que en el principio de los tiempos, Rea, esposa del dios de dioses, Kronos, quedó embarazada por sexta vez. Para que no corriese la misma suerte y fuese devorado por su celoso padre, al que asustaba pensar que alguno de sus hijos pudiera destronarlo, la diosa huyó a Creta para dar a luz allí en el monte Dikte, a Zeus, bajo el más hermoso de los árboles.
Una vez creció Zeus y pudo vencer a su voraz padre, se convirtió en el gran dios del Olimpo. Como agradecimiento, convirtió al árbol que le cobijó en su nacimiento en el más bello de los árboles y lo llamó Quercus, “hermoso árbol”, y fue objeto de adoración.
Algunos dioses, celosos por la veneración que les tenían los humanos, decidieron acabar con ellos e instaron a los gigantes, que por entonces dominaban la tierra, a destruirlos. Así, utilizaron sus gigantescas manos para asfixiarlos, encontrando una ingeniosa respuesta en algunos de ellos: desarrollar espinas en sus hojas. Frustrados, los dioses intentaron arrancarlos con sus poderosos brazos, pero los árboles resistieron haciendo más fuertes y profundas sus raíces. Al mismo tiempo, con enormes hachas intentaron cortar sus ramas, que aquéllos engrosaron y endurecieron. Viendo que su capacidad de resistencia era infinita, robaron a Zeus algunos de sus rayos y los lanzaron contra los Quercus para provocar un gran incendio que acabara por fin con ellos, pero la sorpresa fue mayúscula al ver que algunos rodeaban sus troncos y ramas con una corteza que era casi inmune al fuego.
Desde ese momento los robles conservan en sus hojas la forma de las manos de los gigantes que intentaron estrangularlos; las encinas sus hojas pinchudas, y los alcornoques su espesa corteza de corcho; y todos, un poderoso sistema radicular.
¿Qué cómo termina la historia? Sigamos: Zeus enfurecido requirió los servicios de Hércules y mató a los gigantes, castigó a los celosos dioses y apagó los incendios por éstos provocados. Sin embargo, antes de que esto último ocurriera, los malvados dioses idearon la más terrible de las tretas y enseñaron a los humanos a utilizar los Quercus en su beneficio. Así, desde entonces, la encina ha calentado millones de hogares, el roble ha formado parte del mobiliario de nuestras casas en forma de mueble y también ha participado en numerosas batallas no deseadas formando parte de “armadas invencibles”, y el pobre alcornoque es despellejado para que los humanos puedan beber uno de sus adorados líquidos o para que puedan curtir las pieles con las que se cubren.
Heme
pues aquí
Soy frondoso
árbol genealógico
de toda poesía vieja o nueva
sea adánica edénica o satánica
Algunas de mis hojas caen es cierto
pero esponjan la tierra se hacen abono
Mis mejores frutos estallan sobre las cabezas
de quienes se van por las ramas ramoneando
o quienes dormitan y roncan bajo mi sombra
la verde verdad de mi follaje busca más y más cielo
Por eso mis raíces se hunden en el subsuelo
Acepto riegos y podas mis pájaros cantan
me olvido de esos que acuchillan mi corteza
borro sus nombres mientras voy creciendo
Me asustan los hacheros que cumplen
órdenes municipales o ministeriales
¿Qué daño hago yo a nadie?
A TI QUE MIRAS
TE RUEGO
RESPETAR
Y AMAR
CADA
RAMA
TODA
HOJA
TODO
NUDO
DE MI
TRONCO
Y POR FAVOR
NUNCA ORINES
AQUÍ EN MIS RAÍCES
Eduardo Llanos. Árbol genealógicoEL OLMO
Tal vez el olmo no haya tenido entre los pueblos antiguos la misma relevancia y significado de otros árboles, como el roble o el tejo, pero éste, a diferencia de aquellos, ha sido un árbol familiar, de vecindario, de paisanos. A su sombra los ancianos contaban historias a la chiquillada, y bajo esa misma sombra, se impartía justicia o se sellaban acuerdos (en la Galia del siglo V la justicia se ejecutaba frecuentemente bajo un olmo y hasta el siglo IX las justas pacíficas de trovadores se reunían en torno a él). Desde siglos ha sido lugar de reunión, de encuentro y paseo entre las gentes sencillas; ha sido el centro de la vida y de las villas, el amigo, el compañero, que cuando muere se le rinde homenaje y se le recuerda. En definitiva ha sido, junto al estilizado chopo, el árbol del PUEBLO.
“No os engañéis. En la profundidad del corazón de un bosque de olmos, cada árbol tiene una historia oculta, legendaria y mágica que contar; y sólo la relatará a quien comprenda que en su madera, sus raíces y sus ramas, que parecen siempre buscar el cielo, late la vida de un ser majestuoso” (escrito griego).
Pues bien, este modesto árbol, además de proteger de las influencias de los malos espíritus, tiene una corteza capaz de acabar con las diarreas y la fiebre, y si la machacamos y convertimos en pomada, nos ayudará a combatir las afecciones de la piel.
De esa misma corteza, cocida junto a ruda y filtrada, se obtiene un excelente tónico capilar que ya usaba la cabellera más famosa de todos los tiempos, si exceptuamos la de Sansón, la de la princesa Berenice, a quien el gran astrónomo alejandrino Canon de Samos inmortalizó dando su nombre a una constelación: la Constelación de Berenice. Ésta cortó y ofreció su cabello a los dioses para que su amado, el rey Tolomeo III Evérgetes, regresara de una batalla, cosa que finalmente sucedió. El astrónomo consideró que esa prueba de amor bien valía unas cuantas estrellas, inmortalizando de esta manera también a nuestro árbol.
En el valle de Lecrín, concretamente en el pueblo de Nigüelas, podemos encontrar dos magníficos ejemplares centenarios en la Plaza de su iglesia y otro, igualmente impresionante, lo podemos ver en otro pueblo del Valle, Melegís. Árboles que todavía resisten el abrazo terrible y mortal de una enfermedad que está acabando con la especie, la grafiosis. Que la tierra y la sabiduría humana los guarden muchos años.
Imagen sacada del blog http://josemerutasss.blogspot.com/
Nos vamos a olvidar por un día de los grandes vegetales, y vamos a dedicar un poco del espacio de este blog a hablar de una de las plantas que más se han utilizado en la historia de la humanidad, tan rica en propiedades como en leyendas: nada más y nada menos que, el...
Imagen: http://www.talismancommunitygarden.info/images/garlic1.jpg
“Mañana no se levante hasta que yo llegue. Debo ser el primero en olerla”. De esta grave manera se expresaba el doctor Almenara ante doña Catalina en la novela de Miguel Delibes “El hereje”. La señora había sido sometida a la prueba del ajo para comprobar si era ella la responsable de la falta de descendencia de la pareja. Así, el doctor don Francisco Almenara introdujo un ajo bien pelado en la vagina de la señora antes de meterla en la cama. Al día siguiente, el buen doctor fue el primero en olerla.
"… y, una vez allí requirió amablemente su aliento.
-¿Cómo?- A doña catalina se la veía sensiblemente turbada.
-El aliento, señora, écheme vuesa merced su aliento –insistió el doctor inclinando el busto sobre el rostro de la paciente. Ésta finalmente, obedeció."
Para mal del señor Salcedo, el esposo de doña catalina, el aliento de su esposa desprendía olor a ajo, y por tanto sus vías estaban abiertas: el responsable de la infertilidad de la pareja era "evidentemente" él.
Curiosa propiedad la del relato de esta planta, que los griegos conocían como“Allium”, y que algunos creen que procede del celta “all” = caliente, ardiente, cuestión que viene a tener en cuenta otra de sus curiosas propiedades: en pequeñas cantidades es y frotada sobre zonas del altamente irrigadas, provoca una pequeña subida de temperatura, o lo que es lo mismo, un poco de fiebre (no se lo contéis a los escolares, ni a aquellos que tienen cierta tnclinación al absentismo laboral). El “apellido” sativum significa cultivado. A estas alturas no creo que haga falta decir por qué los científicos el han colocado ese "original"patronímico.
El ajo, en casi todas las culturas, se ha revelado como el remedio universal para combatir las mala artes brujeriles, de ahí que esté muy extendida la costumbre de llevar una bolsita de ajos colgada en el cuello para librarse de los males que pudieran provocar estos personajes. Tanto es así, que en la mismísima tumba de Tutankamón se encontraron seis dientes de ajo, colocados para espantar a los malos espíritus, y así evitar que pudiesen perturbar el viaje del alma del faraón al más allá.
Parece incluso, que una de nuestras más populares salsas, el alioli, se inventó como remedio contra el demonio y el mal de ojo, y era tomado para estos efectos, en ayunas o diluido en un poco de vino o agua.
Según Muñoz Leza (Investigaciones Etnobotánicas en el Valle de Lecrín; tesina inédita) en nuestra comarca se ha utilizado de diversas maneras a lo largo de los tiempos:
- En Dúrcal para tratar el reuma y los dolores de muelas mediante gargarismos.
- En Albuñuelas y Padul se combatían las verrugas restregando un ajo sobre las mismas en días de luna llena , además de para la hipertensión y alteraciones digestivas.
Y en Cónchar se frotan las verrugas el día de S. Juan con un diente de ajo que luego se tira de espaldas sin saber donde cae, como si de un brindis se tratara.
Ánimo, mozos/as a plantar ajo que ya habéis visto una pequeña muestra de lo que puede dar de sí.
EL ALMENDRO.
Si hay una planta que, junto al naranjo y a los espectaculares olivos de la variedad lechín, representa la esencia de esta región de Sierra Nevada en la que hemos elegido vivir, ese es el almendro. Toda historia queda corta, mejor verlos , y pronto , porque empiezan a florecer.
(Foto del primer almendro en flor al pie de Sierra Nevada, robada a mi amigo Amancio Izquierdo Iglesias y al que doy las gracias por adelantado rogándole encarecidamente que no me denuncie).
La primavera besaba
suavemente la arboleda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
Antonio Machado
Los romanos, denominaban a un grupo de árboles entre los que se encuentran el cerezo, el ciruelo o el almendro, Prunus, ciruelo, circunstancia responsable de la primera parte de su nombre científico. Para conocer el significado de dulcis no necesitamos mas que comer una almendra madura y, rápidamente comprenderemos por qué los taxónomos le han puesto ese “original” apellido. (Esto demuestra que estabais equivocados, los científicos también son seres humanos capaces de disfrutar de los pequeños placeres de la vida)
Existe otra variedad, la conocida como amara, amarga, que contiene una sustancia a conocida como amigdalina, y que los jugos gástricos transforman en ácido cianhídrico (cianuro), uno de los venenos más potentes del mundo vegetal: veinte almendras amargas bastan para matar a una persona. Este dato no pasó desapercibido para los antiguos egipcios, que no dudaban en utilizarla como uno de los métodos de ejecución de los condenados a muerte.
La temprana floración y, sobre todo, el hecho de que se produzca antes del nacimiento de las hojas ha dado lugar a múltiples y originales leyendas. Una de ellas, en un derrochando imaginación, nos cuenta la historia de los amores de Fílide, princesa de la región de Tracia, situada en la península de los Balcanes, y Acamante, joven guerrero griego combatiente de la guerra de Troya. La princesa acudía todos los días a la costa esperando el regreso de su amante, que por entonces se encontraba peleando en la famosa contienda. Terminada la guerra y viendo que Acamante no regresaba, la joven Fílide pensó que había muerto; cayó presa de una profunda tristeza que poco a poco la fue consumiendo hasta morir. Atenea, conmovida, premió la muestra de amor convirtiendo a la joven en un almendro.
El soldado, cuyo barco quedó varado por una inoportuna avería apareció días más tarde, presentándose en el lugar habitual y encontrando los restos de la joven convertidos en desnudo árbol. Lo abrazó desolado, y al instante el almendro comenzó a florecer, y desde ese momento los almendros nos ofrecen sus flores antes de que les retoñen las hojas, en claro homenaje a la enamorada pareja. Los científicos, siempre tan agoreros y dispuestos a explicarlo todo de forma racional, nos cuentan que algunos tipos de plantas actúan así para que los insectos polinizadores no tengan ningún obstáculo en su trabajo, pero nosotros, aunque solo sea por esta vez, vamos a creer a los viejos fabuladores griegos.
Son muchas las formas en las que el almendro se ha usado en el Valle de Lecrín, siendo una de las más originales un curioso método empleado para alejar las enfermedades y para calmar el dolor de muelas, que consistía en llevar una almendra deforme en el bolsillo. No parece que fuera infalible pero por si acaso, no estaba de más llevarla, porque… nunca se sabe.
EL OLIVO.
Como la tortolita
te anduve buscando,
compañerita, de olivo en olivo,
de ramito en ramo.
Antonio Machado y Álvarez Demófilo
Los científicos, siempre tan considerados, lo llamaron Olea europaea; Olea, que era como lo conocían los griegos, en claro homenaje a una región de su territorio en la que se encontraban, según parece, los ejemplares más bellos. El apellido, el específico europaea, hace referencia a la presencia de esta planta en la Europa mediterránea, aunque parece ser que la variedad cultivada procede del Líbano y/o Palestina, siendo el acebuche (la variedad silvestre), la única que que se encontraba presente en el continente europeo.
Lo único que sabemos con certeza es su origen mitológico: Atenea, hija de Zeus, nació del cerebro de su padre. Este, que anteriormente se había tragado a su madre, la embarazada titánide Metis, sufrió un terrible dolor, del que nació, poderosa, la diosa de la sabiduría.
Atenea tuvo un duelo particular con Poseidón, dios del mar y de los caballos, que encontró su punto álgido en el momento en el que el padre del Olimpo, Zeus, decidió conceder la autoridad de la región que ahora es Atenas a quien diese a la humanidad el regalo más valioso. Poseidón ofreció el caballo, desde entonces fiel acompañante de los humanos, para que los ayudase en el transporte y en las pesadas tareas de labor. Atenea, la de los ojos glaucos, clavó su lanza en el suelo y de ella nació el primer olivo, planta que otorgaría a la humanidad salud y belleza; que sería imprescindible en la construcción de armas y herramientas; que aliviaría los rigores invernales con su leña, y que proporcionaría luz en las oscuras noches del planeta. Zeus no dudó, y reconoció a Atenea como vencedora, concediendo a la diosa la máxima autoridad del Ática. Poseidón, enfurecido y lleno de rencor volvió al mar con el tridente entre las piernas donde, de vez en cuando, muestra su furia por la derrota; furia que solo es posible aplacar, según cuentan los viejos marineros, llevando una rama de olivo en el devenir de la travesía.
No caben todas las leyendas que sobre este árbol circulan en un espacio tan pequeño como este, pero os relataré algunas más, que no es otra que aquella que nos habla de la costumbre de coronar con ramas de olivo a los vencedores, como fin de ritual en la celebración de los juegos olímpicos. Esta tradición, instaurada por Atenea, causaba pánico entre las tropas enemigas: “Mal presagio, Mardonio. Tú nos ha traído a luchar contra unos hombres que no combaten por dinero, sino por la gloria”, espetó un combatiente persa a su general, asustado ante la posibilidad de pelear contra hombres que no solo combaten guiados por el poder y la avaricia.
Olivo hospitalario
que das tu sombra a un hombre pensativo,
al borde del camino que blanquea,
guarde tus verdes ramas, viejo olivo,
la diosa de ojos glaucos, Atenea.
Antonio Machado, Olivo del camino
Por cierto, si queréis leer algo realmente bueno sobre el olivo, pinchad aquí.
La sabiduría del olivo